En este primer viernes de mes, Jornada Mensual de Oración por las intenciones del Papa, "oremos para que los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la competencia y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables"
Si queremos un mundo más fraterno, debemos educar las nuevas generaciones, "reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite" (Carta Encíclica Fratelli Tutti, 1). El principio fundamental del "conócete a ti mismo" siempre ha orientado la educación, pero es necesario no olvidar otros principio esenciales: "conoce a tu hermano", para educar a la acogida del otro (cf. Carta Encíclica Fratelli Tutti; Documento sobre la Fraternidad humana. Abu Dabi, 4 de febrero de 2019); "conoce la creación", para educar al cuidado de la casa común (Cf. Carta Encíclica Laudato si) y "conoce el Trascendente", para educar al gran misterio de la vida. Para nosotros significa mucho una formación integral que se resume en conocerse a sí mismo, conocer al propio hermano, la creación y el Trascendente. No podemos ocultar a las nuevas generaciones las verdades que dan sentido a la vida.
Desde siempre las religiones han tenido una estrecha relación con la educación, acompañando las actividades religiosas con las educativas, docentes y académicas. . Como en el pasado también hoy, con las sabiduría y la humanidad de nuestras tradiciones religiosas, queremos estimular una renovada acción educativa que pueda hacer crecer en el mundo la fraternidad universal.
Si en el pasado las diferencias nos han puesto en contraste, hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios y para educar a las nuevas generaciones a la convivencia pacífica en el respeto recíproco. Por tanto, la educación nos compromete a no usar nunca el nombre de Dios para justificar la violencia y el odio hacia otras tradiciones religiosas, a condenar cualquier forma de fanatismo o de fundamentalismo y a defender el derecho de cada uno a elegir y actuar según su propia conciencia.
Si en el pasado, también en nombre de la religión, se han discriminado las minorías étnicas, culturales, políticas o de otro tipo, hoy nosotros queremos defender la identidad y la dignidad de cada persona y enseñar a las nuevas generaciones a acoger a todos sin discriminación. Por tanto, la educación nos compromete a acoger al otro tal como es, no como yo quiero que sea, como es, y sin juzgar ni condenara nadie.
Si en el pasado los derechos de las mujeres, de los menores, de los más débiles no han sido respetados siempre, hoy nos comprometemos a defender con firmeza esos derechos y enseñar a las nuevas generaciones a ser voz de los sin voz. Por tanto, la educación nos pide repudiar y denunciar cualquier violación de la integridad física o moral de cada individuo. Y la educación nos debe hacer comprender que el hombre y la mujer son iguales en dignidad, que no haya discriminaciones.
Francisco,
Encuentro "Religiones y educación". 5 Octubre 2021
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