El día de Pentecostés, hace algo menos de dos mil años, los apóstoles recibieron el don de proclamar la Resurrección en varias lenguas y hacerse entender por personas de distinta procedencia. Hoy, dos mil años después, los movimientos y grupos eclesiales hacen lo mismo: son capaces de hablar en "lenguas diversas" al corazón del hombre, y con creatividad "redescubren cada día, en su carisma, nuevos modos de mostrar el encanto y la novedad del Evangelio".
A ellos dedica Francisco la intención de oración de este mes, que va acompañada -como siempre- del Vídeo del Papa, producido por la Red Mundial de Oración.
Las imágenes explican bien por qué Francisco llama a los movimientos "la riqueza de la Iglesia": porque sin su presencia en todos los rincones de la Tierra, y sin su capacidad de hablar al corazón de las mujeres y de los hombres de hoy -todos diferentes, cada uno con su sensibilidad y su historia-, la Iglesia sería más pobre y el mensaje del Evangelio no llegaría tan lejos.
Se ven, los scouts portugueses en peregrinación con la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud; los neocatecumenales comprometidos en la evangelización en las calles de las ciudades americanas; los misioneros de Shalom en Madagascar y los de Comunión y Liberación en Filipinas; Nuevo Horizonte junto a las familias de las favelas brasileñas y la Comunidad Papa Juan XXIII junto a las de Kenia; los voluntarios de San Egidio acogiendo a los refugiados de Libia llegados con los corredores humanitarios; los Focolares empeñados en limpiar las playas contaminadas del sudeste asiático, porque el amor al hombre pasa por el amor a la madre Tierra; los jóvenes del MEJ (Movimiento Eucarístico Juvenil), en su encuentro internacional, en adoración ante la Eucaristía, porque el hombre eucarístico, al servicio de los demás, es su modelo de vida.
En un mundo cada vez más secularizado, los movimientos tienen la capacidad de anunciar el Evangelio con su propio carisma: no hay uno correcto o incorrecto, como no había un lenguaje correcto o incorrecto en Pentecostés hace dos mil años, y es precisamente esta diferencia lo que los hace tan indispensables. A ellos, el Papa les pide sólo un esfuerzo adicional: el de no ceder a la "tentación del repliegue sobre sí mismos", recordando en cambio de estar al servicio de la Iglesia y del mundo.
Andrea Sarubbi
Coordinador El vídeo del Papa
Comments