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Llamados a una conversión y reforma a la luz del Espíritu del Señor


Querida Comunidad de la Red de Oración del Papa:

Es un gusto saludarlos y acercarme a ustedes para meditar juntos algunos puntos sobre la intención de oración que nos propone el Papa Francisco este mes: “Recemos por la Iglesia para que reciba del Espíritu Santo la gracia y la fuerza para reformarse a la luz del Evangelio”.

Les propongo una mirada a este desafío desde una doble perspectiva, por un lado, los invito a poner en el corazón y llevar a la oración las estructuras de nuestras comunidades parroquiales, colegios, grupos apostólicos y las diversas maneras en la que nos reunimos comunitariamente en el marco de la Iglesia; y por otro, y muy especialmente, llevar a la oración nuestro propio corazón, nuestra vida misma pues cada uno es Iglesia viva real y concreta.

Tanto nuestras comunidades, grupos y parroquias, como nosotros mismos de modo individual somos llamados a una conversión y reforma a la luz del Espíritu del Señor. Una reforma con olor a Evangelio que nos haga cada día más disponibles a la misión de compasión de Cristo por el mundo. Nos habla Francisco de “la reforma de la Iglesia en salida misionera”, es decir una Iglesia que sale de sí misma y que camina hacia los hermanos y hermanas, con los ojos puestos en sus necesidades, sus búsquedas, sus luchas, sus dolores y llagas.

Nos urge construir comunidades abiertas, dispuestas a una transformación en sintonía con los signos de los tiempos, desprendidas de estructuras rígidas y del “siempre se hizo así”. Debemos emprender la marcha, ponernos en camino dispuestos a acoger la realidad que sale a nuestro encuentro, a la sorpresa que nos regala la marcha misma. Quien camina con esta disposición interior de apertura y salida al encuentro de los hermanos y hermanas se va convirtiendo en un itinerante del Espíritu Santo, dócil a su voz, acogedor de las novedades que el mismo camino ofrece. Nuestras comunidades, grupos, parroquias y acciones pastorales se verán transformadas no porque el resultado de grandes planes, reuniones de planificación y prolijos proyectos, que sin duda ayudan; sino por la transformación ante todo del propio corazón que pone en el centro a Jesús, su estilo y su modo de proceder. Lo que traerá la transformación de nuestras estructuras eclesiales, nuestras dinámicas de trabajo y acción pastoral será ante todo acoger a Cristo en el propio corazón. Sin conversión personal dócil a la voz del Espíritu Santo, no habrá cambio posible en nuestras comunidades.

Especialmente este mes podemos orar y hacer discernimiento sobre la forma en que participamos en nuestros centros MEJ, grupos del Apostolado de la Oración, u otras formas de hacernos presente y participar de esta Red de Oración del Papa. ¿Somos dóciles y estamos abiertos a los cambios que esta obra pontificia propone en su refundación? ¿Nos hemos interiorizado de cómo recrearnos en nuestros grupos del Apostolado para dar respuesta a la búsqueda de hermanos y hermanos que hasta el momento no han encontrado en nuestro servicio acogida y respuesta a sus búsquedas? ¿Somos conscientes que los cambios son necesarios para ser fiel a la inspiración original del servicio, a su carisma fundacional adaptándolo a estos tiempos?

Los grupos del Apostolado de la Oración y los centros MEJ somos los anfitriones de un proceso de refundación y depositarios de este tesoro espiritual que es El Camino del Corazón; por eso estamos llamados a hacer de esta obra pontificia, la misión que se nos ha encomendado, una casa de todos, una Iglesia en salida en la parte que nos toca. No podemos y sería un tremendo error encerrar nuestros grupos y quedar anclados a viejas estructuras y prácticas devocionales confundiéndolas con lo esencial. Lo esencial no son las prácticas que se adaptan a los tiempos sino la esencia del tesoro espiritual, la dinámica misionera del Corazón de Jesús que vivimos en El Camino del Corazón.

El mundo de hoy nos llama a dar respuesta a compartir nuestro tesoro espiritual, a dar cabida a jóvenes, niños y adultos que buscan un modo de unirse a la misión de compasión de Cristo. Nosotros podemos y debemos dar respuesta a sus búsquedas. Estamos llamados a transformarnos poniendo a Cristo en el centro de nuestra misión, siendo fieles al carisma de la Red de Oración del Papa entrando en el dinamismo del Corazón misericordioso de Jesús que nos invita a su misión de compasión abierto a las necesidades del mundo.

Oremos juntos para que el Señor nos conceda la gracia de la docilidad a su Espíritu para que Él nos transforme y nos haga fieles a esta misión.


Bettina Raed

Directora Regional

Red de Oración del Papa Argentina - Uruguay

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