Recemos para que los jóvenes, llamados a una vida plena, descubran en María el estilo de la escucha, la profundidad del discernimiento, la valentía de la fe y la dedicación al servicio.
En el marco de la celebración del Año de la Familia Amoris Laetitia, y como colofón del mismo, Francisco nos presenta para los próximos meses, tres intenciones relacionadas entre sí: por la fe de los jóvenes (mayo), por las familias (junio) y por las personas mayores (julio). Como si en este momento de crisis, el Papa nos invitara a una alianza entre generaciones, especialmente entre los más jóvenes y los mayores, para que este puente abra esperanza de cara al futuro. Y entre la intención por los jóvenes y la de los ancianos, encontramos la intención por la familia, como corazón que enlaza y donde convergen los dos extremos que Francisco pide enlazar. Se busca una alianza entre las generaciones, un nuevo entendimiento entre ellas: jóvenes que sueñan y adultos y mayores que abren a la esperanza y ayudan a realizar estos sueños.
En su Exhortación Apostólica Postsinodal Christus vivit, dirigida especialmente a los jóvenes, Francisco ya desgranaba, de alguna forma, lo que este mes nos propone intención:
El estilo de la escucha de María
«En el corazón de la Iglesia, resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad» (ChV, 43).
Modelo de profundidad en el discernimiento
Podríamos afirmar que el Papa pone el foco de su intención para este mes en la formación de los jóvenes en el discernimiento: «María era la jovencita con los ojos iluminados por el Espíritu Santo que contemplaba la vida con fe y guardaba todo en su corazón de muchacha» (Cf Lc 2, 19.51), (ChV, 46).
¿Cómo ayudar a los jóvenes a discernir, escuchar, para reconocer la llamada del Señor y servir en el mundo de hoy? Sin duda, el rol de los ancianos podrá ayudarlos en esta tarea.
Modelo de valentía de la fe
«Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (cf. Lc 1, 34). Pero tenía un alma disponible y dijo “Aquí está la servidora del Señor” (Lc 1, 38). Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese hágase que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María […] era decidida, supo de qué se trataba y dijo “sí”, sin vueltas. Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. […] María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran razón para decir “no”.
Seguro que tendría complicaciones, pero no serían las complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza por no tener todo claro o asegurado de antemano. ¡María no compró un seguro de vida! ¡María se la jugó y por eso es fuerte, por eso es una influencer, es la influencer de Dios! El “sí” y las ganas de servir fueron más fuertes que las dudas y las dificultades» (ChV, 43-44).
Modelo de dedicación al servicio
«(María) era la inquieta, la que se pone continuamente en camino, que cuando supo que su prima la necesitaba no pensó en sus propios proyectos, sino que salió hacia la montaña “sin demora” (Lc 1, 39).
Y si hacía falta proteger a su niño, allá iba con José a un país lejano (Cf. Mt 2, 13-14). Por eso permaneció junto a los discípulos reunidos en oración esperando al Espíritu Santo (Cf. Hch 1, 14). Así, con su presencia, nació una Iglesia joven, con sus Apóstoles en salida para hacer nacer un mundo nuevo (Cf. Hch 2, 4-11)» (ChV, 46-47).
En medio del itinerario sinodal
Finalmente, es imprescindible situar esta intención del Papa en medio del itinerario sinodal que, como Iglesia, estamos viviendo (encuentro, escucha, discernimiento en el Espíritu). El desafío que el Papa nos propone es una llamada a los jóvenes a entrar en este proceso espiritual en profundidad, al estilo de María.
Concretar la intención en nuestra vida
Las intenciones que el Papa nos propone cada mes pueden ser desplegadas en actitudes que nos ayudan a encarnarlas en nuestra propia vida. Algunas sugerencias para este mes podrían ser:
Discernir la propia vida. «Madurar, crecer y organizar la propia vida sin perder esa atracción, esa apertura amplia, esa fascinación por una realidad que siempre es más. En cada momento de la vida podremos renovar y acrecentar la juventud», Papa Francisco.
Toma tiempo para mirar en tu vida aquello que te da vida plena, y elígelo.
Escuchar. «Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese “hágase” que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada», Papa Francisco.
Escucha, haz silencio interior y reconoce la voz del Señor en tu vida.
Hacerse responsable. «La inquietud insatisfecha, junto con el asombro por lo nuevo que se presenta en el horizonte, abre paso a la osadía que los mueve (a los jóvenes) a asumirse a sí mismos, a volverse responsables de una misión», Papa Francisco.
Asume y cuida tus compromisos grandes o pequeños.
Servir. «Es importante tomar conciencia de que Jesús fue un joven. Dio su vida en una etapa que hoy se define como la de un adulto joven. En la plenitud de su juventud comenzó su misión pública y así “brilló una gran luz” (Mt 4,16), sobre todo cuando dio su vida hasta el fin», Papa Francisco.
Ten gestos de servicio y entrega con quienes tienes cerca.
Amar con gratuidad. «Mientras luchas para dar forma a tus sueños, vive plenamente el hoy, entrégalo todo y llena de amor cada momento. Porque es verdad que este día de tu juventud puede ser el último, y entonces vale la pena vivirlo con todas las ganas y con toda la profundidad posible», Papa Francisco.
Vive cada momento como si fuera el último. Ama sin exigir, sin quejarte y sin protestar.
Oración
Padre Bueno, que nos dejaste en Jesucristo
un camino seguro para los jóvenes,
hoy los traemos ante Ti y te pedimos por ellos.
Así como tu Hijo forjó su corazón joven junto a María,
envía tu Espíritu Santo para que también los jóvenes
encuentren en ella el crisol para sus propios corazones
donde puedan forjar una fe valiente, discernida y al servicio.
Que tu Hijo los guíe por los caminos que Él recorrió
y que María les enseñe lo que a Él enseñó.
Ilumina sus corazones para que, a la escucha de tu gracia,
y apoyados por sus mayores,
disciernan el camino de una vida en plenitud.
Amén.
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